Por Yasmel Corporán
La República Dominicana merece políticos verdaderamente comprometidos, merece una campaña que brille por sus ideas.
Nueva vez, los dominicanos vimos pasar otra contienda electoral sin un debate presidencial. ¿Por qué? Porque en la República Dominicana no existe la cultura de debate. En una sociedad democrática, los debates son grandes herramientas para la exposición del pensamiento. En la política de nuestro país no hemos aprendido a utilizarlos.
Los políticos dominicanos se han limitado a desarrollar campañas electorales basadas en la promoción de su imagen, el clientelismo político y la malvada práctica de "dimes y diretes" entre unos y otros; consiguiendo únicamente alimentar el morbo que mueve a las masas.
En el 2016, el país presenció el primer debate presidencial realizado en nuestra nación, organizado y coordinado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) al que todos los candidatos presidenciales asistieron menos el presidente Danilo Medina, que en aquel entonces buscaba la reelección. En el 2018, el diputado por el Partido Revolucionario Moderno José Ignacio Paliza, presentó un anteproyecto de ley para establecer el debate electoral de carácter obligatorio para los candidatos presidenciales. De hecho, en algunos países latinoamericanos como Brasil, Colombia y Costa Rica, el debate presidencial es obligatorio.
Los especialistas señalan que "el debate es una práctica que se asienta con la evolución y el ejercicio de la democracia". Por lo que, al ser denegado el anteproyecto anteriormente mencionado, hemos de deducir que nuestro país no se encuentra preparado para asumir tal compromiso, pero sí debería. En este turbulento 2020, ANJE volvió a convocar un debate, pero los principales contendientes, a excepción de Leonel Fernández, declinaron la invitación. Si bien, hemos visto este año la realización de debates a nivel municipal y senatorial. Lamentablemente, aún siendo el renglón más importante, no hemos corrido con la misma suerte en el nivel presidencial.
Cuando un político participa en un debate, denota que le importa la gente y sabe que se debe a la calidad de sus ideas. Cuando un político debate hace un compromiso público con la democracia. Resulta indignante el desinterés y la resistencia de los candidatos y sus partidos en participar en este tipo de eventos. Pese a que no está contemplado en la ley electoral, debería ser un compromiso genuino el participar.
Los debates no son para presentar propuestas, sino para ver a los políticos de manera más espontánea dirigirse a un público amplio y en interacción con sus opositores. Ver cómo piensan, cuáles son sus conocimientos y su carisma natural. Por esas y muchas otras razones, son los votantes los que debemos llevar la voz cantante y exigir un debate. Pero no uno donde haya un ganador o un perdedor, sino más bien uno donde sobresalgan las visiones y el potencial individual de cada quién.
La República Dominicana merece políticos verdaderamente comprometidos, merece una campaña que brille por sus ideas. Merece líderes dispuestos a debatir por el pueblo. Nuestro país merece debates y aún más allá de merecerlo, por si aún no nos damos cuenta, por sobre todas las cosas, los necesita. A ti candidato, si no puedes debatir, no puedes gobernar.
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